El Artista Adolescente que Confundía el Mundo con un Cómic de Sergio González Rodríguez

Arcano

El clímax es  el punto culminante de una situación; en la vida real solemos  evitar este momento, por medio de preceptos morales o normas legales, pero, ¿Qué harías si conoces a alguien que no le teme a las consecuencias? Este es el tema de la historia.

La literatura clásica ha dejada una estructura de columnas y vigas tan resistente que el desarrollo de nuevas obras literarias requiere cada vez mas de la flexibilidad de la lengua, el desenfreno del estilo, y la innovación de las estructuras gramaticales.

Es decir, más estilo y menos tema, ya que no hay mucha tela de donde cortar; aun así luego salen sorpresitas. Como la historia de Dano, que inyecta drama a un mundo regido por lo cotidiano, que toma un avión para adquirir su fayuca china y luego alucina con un sueño que nunca se cumplirá.

Todo tiene sus costos, pero en el intermedio se le dará por pasar sus ratos en un hoyo quimérico que solo sirve para darle la papa a un guarro desempleado y a su aburrido amigo, el duelo de una librería de viejo que solo provee de polvo a mundo.

Una historia donde el protagonista es arrasado por el instinto de la venganza contra la naturaleza de su vida, donde los misterios exóticos pero urbanos enseñan una peligrosa lección. Un chiste sacado de las páginas de un periódico de inverosímil nota roja pero de una profundidad que raya en lo shakespeariano.

El artista adolescente que confundía el mundo con un cómic fue extrañamente recomendado por los medios especializados durante el año 2013, los cuales no se equivocaron, ya que la obra de Sergio González Rodríguez no solo esta dotada de humor negro, sino de una abundante fluidez.

Eso si, es chilanga en toda su refrescante expresión, y como tal, esta plagada de mañas, incluso en su edición: entre cada uno de los capítulos respectivos el autor nos comparte una obra del genero del cuento, que nada que ver, mas que el simple pavoneo  de que también se la rifa con el texto corto.

El problema que no se puede dejar pasar por alto, es el libro en sí: es texto fresco y el tamaño del este versus el tiempo de lectura no rinden su precio de venta, y como pertenece a un autor en ascenso no se puede hacer la mala onda de subirlo a la red, ya que le tronaríamos una carrera que va para la posteridad.

Entonces, búsquenlo, deléitense, y luego préstenselo a quien mas confianza le tengan. Porque estoy seguro que van a quererle dar otra leida a esta nueva joyita de la literatura moderna.